lunes, agosto 29

jardines

Estoy terminando de leer el libro: “Colección de arena” de Italo Calvino. Es interesante su visión del mundo en esta recolección de artículos sobre exposiciones que vio en París y que lo llevan a contarnos de temas fascinantes desde su muy particular óptica. Temas que van desde la creación del alfabeto y el surgimiento de la escritura cuneiforme hasta la manía de ser un coleccionista y las extrañísimas colecciones que somos capaces de inventarnos los seres humanos.

Lo que me llamó mucho la atención fue cuando se pone a contarnos acerca de su viaje al Japón [también habla de Oaxaca y del eabol del Tule ] y la experiencia con los jardines japoneses. No sé si la gente que se pone a ver lo de la usabilidad y esas cosas se han fijado y analizado los jardines japoneses pero, según la descripción que hace Calvino de ellos, habría que dedicarles atención.

Nos los plantea como verdaderas experiencias en las que el diseñador del jardín [ como el hacedor de rompecabezas que los corta a mano, ¿existen todavía?] dirige nuestros pasos y nuestra atención a ciertos objetos en ciertos momentos y de cierta manera. Es impresionante. Una verdadera experiencia interactiva y, nunca mejor dicho, inmersiva.

Hay que tomar en cuenta que la experiencia se puede vivir de manera única en cada una de las distintas estaciones [ de hecho, nos platica cómo muchos jardines tienen cuatro salones para la ceremonia del té y cada uno de ellos corresponde a una estación del año, pues está pensado y creado para que sea bellísimo durante esa estación e incluso, a cierta hora determinada], y cómo esa experiencia puede variar a medida que pasan los años y las plantas crecen, etcétera. De verdad quedé muy impresionado por la enorme sensibilidad que tienen los japoneses que, en un principio, parecerían más bien fríos, calculadores y metódicos. Y es cierto. Pero ponen toda esa precisión y disciplina al servicio de una experiencia estética que es, en resumen, una verdadera interfase entre la naturaleza y nosotros.

No sé qué podríamos aprender los comunicadores de los arquitectos de paisaje que, como los japoneses, reflejan su cultura y su sensibilidad en el jardín y lo transforman en un diálogo o un discurso que va mucho más allá de la simple contemplación y el goce estético que nos puede ofrecer la naturaleza.

¿Hay alguna diferencia entre los jardines Zen y los que hacen los ingleses?, ¿entre los míticos jardines colgantes de Babilonia y los del zoológico de San Diego?, ¿algo los une?, ¿qué es lo que todos tienen en común?